El “Maximato” fue un periodo clave en la historia de México, que abarcó desde 1928 hasta 1934. Se caracteriza por la influencia dominante de Plutarco Elías Calles, conocido como el “Jefe Máximo de la Revolución”, en la política mexicana. Este periodo comenzó tras el asesinato del presidente electo Álvaro Obregón en 1928, dejando un vacío de poder que Calles, expresidente, llenó al ejercer control sobre los presidentes sucesivos.
Si bien el revolver de José de León Toral solo tenía seis balas, fueron encontrados 13 orificios en el cuerpo de Obregón, el resto correspondió a la policía callista que le ayudó a bien morir. En aquél entonces se decía que “Aquí vive el Presidente, y el que gobierna, allí enfrente” Calles fue el poder detrás del trono de los presidentes Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934). El “Maximato” llegó a su fin cuando Lázaro Cárdenas llegó a la Presidencia y desterró a Calles.
El “Maximinimato” es un concepto utilizado para describir la breve y peculiar fase de influencia política ejercida por Maximino Ávila Camacho, hermano del presidente Manuel Ávila Camacho, durante los primeros años de la presidencia de Miguel Alemán Valdés (1946-1952). A diferencia del “Maximato” de Plutarco Elías Calles, que fue un período prolongado de influencia indirecta, el “Maximinimato” se caracteriza por ser una etapa de influencia más breve y menos estructurada, pero no menos significativa.
Ahora se inaugura el “Maxipejemato”. El periodista Raymundo Riva Palacio en una columna titulada “El presidente de las mentiras” documenta cómo ha modificado su postura desde el retiro hasta la posibilidad de disentir e incluso llegó a amenazar a la presidenta electa con la revocación de mandato. Esto va a generar un régimen bicéfalo en el que no va a quedar clara la cadena de mando. Algunos pedirán favores al saliente y otros a la entrante, pronto se sabrá “de qué cuero salen más correas”.
Claudia Sheinbaum tendrá dos posibilidades; la del “Maxipejemato” con López Obrador siendo el poder fáctico o que la presidenta entrante asuma cabalmente el poder y como hizo Lázaro Cárdenas; envíe a López Obrador a un exilio dorado, mucho más lejos que “La chingada”, su rancho en Chiapas.
Referencias:
- Riva Palacio, R. (2024). El presidente de las mentiras. Recuperado de https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/raymundo-riva-palacio/2024/06/20/el-presidente-de-las-mentiras/