Ōtaki

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Este episodio posee una gran relevancia histórica, pues marcó el inicio de las relaciones entre México y Japón. El 25 de julio de 1609 zarpó de Manila con rumbo a Acapulco don Rodrigo de Vivero, quien había sido designado gobernador interino de las Filipinas en 1608 por el virrey Luis de Velasco, su tío. El navío San Francisco, sobrecargado y partiendo en los albores de la temporada de ciclones, naufragó en las costas del Japón. Los sobrevivientes fueron auxiliados por pescadores de Onjuku, y posteriormente acogidos con hospitalidad por el señor feudal Honda, quien les brindó refugio y toda clase de facilidades en el castillo de Ōtaki, donde permanecieron hasta que el shogún ordenó su traslado a Edo (actual Tokio).

Don Rodrigo de Vivero era hijo de otro Rodrigo de Vivero, noble español que emigró a la Nueva España en 1550. Su madre, doña Melchora de Aberruza, aportó al matrimonio la encomienda de Tecamachalco, la cual había heredado de su primer esposo, Alonso Valiente, destacado conquistador y colaborador cercano de Hernán Cortés. Se presume que don Rodrigo nació en Tecamachalco, donde vivió hasta los doce años, edad en la que su padre lo envió a la corte de la reina Ana, cuarta esposa de Felipe II, para servir como paje. Más tarde, participó en la campaña contra Portugal bajo las órdenes del duque de Alba, y a los veinte años regresó a su tierra natal.

A los 44 años fue nombrado gobernador interino de Filipinas. Un año después, tras ser relevado en el cargo, su navío naufragó frente a las costas de Japón. Fue entonces que, de motu proprio, negoció con el shogún Tokugawa Ieyasu unas Capitulaciones para abrir oficialmente la ruta comercial entre Japón y la Nueva España. El shogún permitió incluso que los franciscanos fueran visitados en Tokio, Kioto y Osaka. Resulta notable que, apenas en 1596, el anterior shogún, Toyotomi Hideyoshi, había ordenado la ejecución de 26 cristianos en Nagasaki. No obstante, a su muerte en 1600, su hijo —de talante más tolerante hacia Occidente— asumió el poder y permitió estas nuevas relaciones.

Pese a su apertura, el shogún rechazó expulsar a los comerciantes holandeses, a pesar de su fe protestante. Solicitó, además, la llegada de 50 mineros expertos en la extracción de plata, la cual se creía abundante en sus territorios. A cambio, Vivero pidió que la mitad del metal extraído fuera entregada a la Corona española. Con el propósito de formalizar el acuerdo, el shogún designó como su embajador al fraile franciscano Alonso de Muñoz, y facilitó una embarcación construida por William Adams, marino inglés al servicio de los holandeses. Vivero bautizó dicha nave como San Buenaventura. Fue esta la primera vez que un navío cruzó directamente de Japón a la Nueva España. La expedición, integrada por Vivero, Muñoz, varios comerciantes y los sobrevivientes del naufragio, partió en agosto de 1610 y arribó a Matanchel —actual San Blas— en octubre del mismo año.

Sin embargo, la Corona no ratificó el acuerdo impulsado por Vivero. Pesaron diversos factores: los intereses comerciales en la ya establecida ruta Manila-Acapulco, el temor de las autoridades filipinas de que una ruta con Japón debilitara su posición e incluso atrajera una eventual invasión nipona, y las rivalidades religiosas en el archipiélago japonés. Mientras los jesuitas, bien establecidos, veían con recelo el ascenso de los franciscanos, el shogún, aunque favorable al comercio, desconfiaba del crecimiento de las órdenes católicas. Finalmente, en 1615, se decretó la expulsión de todas las órdenes religiosas católicas del Japón.

A pesar de esta rica historia compartida, desde que se firmaron los acuerdos de hermanamiento entre las ciudades de Cuernavaca y Ōtaki, ningún presidente municipal de Cuernavaca había visitado la localidad japonesa. Fue apenas en la administración pasada cuando el presidente municipal José Luis Urióstegui acudió al Festival del Castillo de Ōtaki, en el cual se conmemora este hecho histórico mediante desfiles con trajes de samurái. Dicha visita fue correspondida recientemente por autoridades de Ōtaki, quienes viajaron a Cuernavaca.

Inspiradas por esta relación, las autoridades de Ōtaki iniciaron una campaña para solicitar a la televisora pública japonesa NHK la realización de un programa sobre el señor Honda, el daimyō que brindó acogida a los novohispanos náufragos. Por iniciativa de Marco Arai, presidente de la Asociación Nikkei de Morelos, se elaboró una versión en español de la petición, de manera que personas en Cuernavaca y en el mundo hispanohablante pudieran sumarse. Si bien no se logró traducir los botones del formulario, se explicó que el botón de la derecha permite avanzar y el de la izquierda retroceder. Pulsando siempre el botón de la derecha, se completa satisfactoriamente el registro de apoyo.

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