Donald Trump se encuentra en una encrucijada digna de manual político. Por un lado, podría cumplir su promesa de campaña y lanzar ataques con drones contra los narcotraficantes, con el consiguiente costo político de deslegitimar al régimen mexicano. Por otro, puede optar por la estrategia más rentable: asustar con el petate del muerto, es decir, obtener concesiones sustanciales únicamente mediante la amenaza de actuar.
La presidente Claudia Sheinbaum aseguró que no habría invasión y que “estábamos colaborando”. Esa colaboración se tradujo en la entrega de 26 delincuentes de alta peligrosidad a Estados Unidos, sin juicios de extradición y sin respeto alguno por sus derechos procesales. Muchos de ellos, incluso, tenían procesos judiciales pendientes en México. La figura legal utilizada fue la “expulsión del país”, aplicada a connacionales sin juicio previo. Entre los expulsados se cuentan figuras como Servando Gómez Martínez, alias La Tuta, líder de los “Caballeros Templarios” y “La Familia Michoacana”; Abigael González Valencia, cabeza de “Los Cuinis”; y Juan Carlos Félix Gastélum, yerno de Ismael “El Mayo” Zambada. Oficialmente, se dijo que fue un gesto para evitar aranceles impuestos por Trump; extraoficialmente, las malas lenguas lo califican como un sacrificio destinado a garantizar impunidad al expresidente López Obrador.
Nunca antes México había mostrado tal nivel de vulnerabilidad frente a Washington. La connivencia de miembros de Morena con el crimen organizado nos coloca en esta posición incómoda. Si los dirigentes de ese partido tuvieran “el plumaje limpio” tras cruzar el pantano, no cederían con tanta prontitud a los chantajes de la Casa Blanca.
Ejemplo reciente: Carlos Piña, en su cuenta de X, informó sobre el sobrevuelo de un dron MQ-9B Guardian sobre Valle de Bravo. Curiosamente, este tipo de aeronave puede desactivar su sistema de identificación y geolocalización pública, pero en esta ocasión no lo hizo. ¿Qué interés tiene Washington en Valle de Bravo? Sólo queda especular. Es de dominio público que, desde las elecciones de 2021 —cuando la velocista Zudikey Rodríguez, candidata de la coalición Va por México, fue “levantada” para que abandonara la contienda—, el municipio ha estado bajo control del crimen organizado. La maniobra del dron podría encerrar otros mensajes velados, pero por ahora todo queda en el terreno de las conjeturas.
En una columna reciente, Raymundo Riva Palacio criticó la aparente ignorancia de la presidente sobre estos sobrevuelos, enterándose, según el periodista, por la prensa, igual que cualquier ciudadano. Sin embargo, en el discurso oficial, prevalece la negación: ninguna de estas acciones —dicen— vulnera la soberanía nacional. Riva Palacio también cuestionó la falta de información de la presidente sobre las órdenes que Trump habría emitido para preparar ataques contra narcotraficantes latinoamericanos fuera de territorio estadounidense. La respuesta presidencial fue que tales órdenes se ejecutarían únicamente dentro de Estados Unidos, quizá recurriendo a la mentira como método para apaciguar el ambiente interno.
Paradójicamente, sin disparar un solo misil ni activar un solo dron, Trump está obteniendo más beneficios de los que lograría con una intervención militar directa. Basta con la amenaza para movilizar al gobierno mexicano. Y no es casualidad que, en este clima de tensión, múltiples medios reporten la premura con la que se busca detener y entregar a Nemesio Rubén Oseguera Cervantes, alias El Mencho, como ofrenda preventiva para moderar los ánimos belicosos de Donald Trump.